>almorzando en el restaurante "Palachinke"

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Panqueque relleno de salame, champiñones y mozarella

Palachinke es una palabra húngara que significa panqueque.  Para nuestra Lima multicolor y variopinta, significa un restaurante que desde hace 30 años atiende en la esquina de Schell y Diagonal, fundado por un señor yugoslavo (en la ahora Serbia) que se decía de origen checoslovaco (ahora la República Checa), siendo su especialidad los panqueques.
El local es un sitio muy bonito, iluminado y limpio, con paredes blancas, mesas con manteles de cuadritos azules y rayas blancas,  y sillas de madera especialmente hecha para ellos.  En definitiva un lugar excelente para ir con los amigos y compartir de sus ricos platos.

La limonada

Hoy no sabía que quería comer (normalmente nunca lo sé), así que caminando mientras buscaba a donde ir, me llamó la atención el letrero, a lo que entré y me encontré con todo lo antes descrito. Tomé una mesa con vista a la calle y procedí a hojear la linda carta donde los platos están enumerados, así que puedes hacer un pedido por la descripción o por el número de este.
Para iniciar esta aventura, decidí por el número 11 que estaba S/. 38.00, que era un panqueque de queso mozarella, champiñones y salame; y de postre un numero 39, que costaba S/. 37.00 que era un panqueque hecho a base de rodajas de manzana, con helado de lúcuma, helado de vainilla y manjar blanco.  De beber limonada la cual costó S/. 7.00.
Como había ido con la novia, decidimos compartir los panqueques y ver como nos iba.  Y mejor no pudo ser, porque por el tamaño de los panqueques (más o menos el mismo diámetro de una pizza familiar) es preciso para compartir.

Panqueque en pleno

Lo primero en llegar fueron la limonada, la cual, debo decir, me encantó.  Ácido y dulce en perfecto estado de comunión con el frío adecuado para calmar  la sed. La mejor que he probado en mucho tiempo.
Después de un rato, llegó nuestro primer panqueque, y déjenme decirles que es todo un espectáculo ver como lo sirven, ya que traen el bendito panqueque como si fuera una pizza para que veas que han puesto todo lo que pediste y proceden a enrollarlo frente tuyo.  Punto aparte para la atención, que es como las de antes: agradable, atenta, silenciosa; con la respuesta exacta a la pregunta  que se le formule sobre el restaurante.
Probamos el panqueque y estaba delicioso. La masa estaba perfecta (una de las ventajas de ir a un sitio donde son especialistas en algo), suave, esponjosa, caliente, con los ingredientes exactos  para que disfrutes de cada uno de los sabores por separado y juntos a la vez.
Dentro de la disposición de la mesa, para que sean usados al gusto del comensal, sirven una salsa mezcla de mayonesa, orégano, ajo y vinagre que me hizo acordar del sabor de la mayonesa de antes, esa que se hacía en el mismo restaurante, con el punto justo de sabor y textura; la cual mezclada con la salsa de rocoto complementaban muy bien al panqueque.

Presentado en plato

Terminamos, y, sin pasar mucho tiempo nos trajeron el panqueque que habíamos escogido de postre, el cual es no apto para diabéticos.  Algo que me parece muy bueno es que, y pareciera una regla de la casa,  la mezcla de ingredientes nunca opaca los sabores individuales de estos, lo cual era mi miedo al pedir helado, manjar blanco y manzana en el mismo plato; y en gran parte, esto se debe a que la manzana da un frescor y una textura que evita que te empalagues fácilmente con la presencia del helado, y sobretodo con la del manjar blanco. En resumen un postre fresco frío y consistente, muy pero muy rico 🙂

Como todo tiene su final, más aún 2 platos como los que comimos, nos fuimos totalmente satisfechos, sabiendo que tenemos que regresar muy pronto y probar los demás panqueques.

El local

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